domingo, 16 de junio de 2013

XII Cross del Telégrafo

Hacía mucho tiempo que no participaba en una prueba de montaña, una ausencia que siempre se debía a que estaba preparando alguna prueba de atletismo, por miedo a lesionarme y al cansancio renunciaba a este tipo de carreras. Pero este año la FAM ha decidido que en plena temporada al aire libre haya casi tres semanas sin mi prueba favorita, el 1500; así que decidí apuntarme al XII Cross del Telegráfo. Todo un acierto, disfruté una barbaridad poniéndome a prueba en plena naturaleza y sin nada que perder, que esa es la ventaja de las carreras de montaña, no existe el crono. Solo el reto de superarse a sí mismo.

El XII Cross del Telégrafo es una prueba de 17 kms aproximadamente de distancia, que consiste en ascender en su primera mitad hasta el Cerro del Telégrafo, que se encuentra en las inmediaciones del Puerto de Navacerrada y volver al punto de partida que es el Polideportivo Municipal de Cercedilla. En total salen aproximadente unos 1500 metros de desnivel acumulado.

Una de las mayores dudas que tenía para afrontar la prueba era las zapas que debía utilizar. Empecé por hacerlo con las Lunarglide+2, pero según se iba acercando la cita, me decidí finalmente por las Adidas Neptune XS Cross Country Running spikes, todo un acierto porque hicieron su trabajo a la perfección. Esta zapatilla son las que suelo utilizar en los canicrosses cuando el terreno es muy complicado y pedregroso, pero para el Telégrafo me daba respeto la distancia, ya que nunca las había usado para más allá de 10kms, y en esta prueba casi era el doble de distancia. Pero como ya he dicho fue todo un acierto.

Otro dato a destacar son las salidas tan tranquilas en este tipo de pruebas, pese a ser en bajada el ritmo era muy bajo, por lo que hasta que llegamos a las primeras rampas, pasado el primer kilómetro el grupo de cabeza era muy nutrido.  Eso sí en estas primeras cuestas el grupo se empieza a estirar, conmigo se formo un grupo de unos 4 corredores que fuimos bastante cerca durante muchos kilómetros de subida. Alternando en cabeza del grupo dependiendo del momento y de las ganas de algunos. Pero debimos ir juntos hasta el kilómetro 6.5, donde la pendiente se puso muy seria y ya cada uno iba como podía, en ese momento comenzó a ver diferencias entre nosotros, aunque más bien fue conmigo porque empecé a acusar mi poca preparación en las cuestas muy largas, que hasta este punto llevábamos muchos kilómetros subiendo todo el rato. Ya me era casi imposible correr ya que los gemelos estaban muy resentidos del esfuerzo, pero mis compis de grupo también empezaron a andar. Por lo que me pareció buena idea tomarme un respiro, total creo que se avanzaba lo mismo andando que corriendo. Fueron 2 kilómetros hasta el punto más elevado, de bastante dureza, que agradecí una barbaridad el tramo de asfalto al llegar a la estación de tren y las escaleras que daban a la parte final de la subida, donde la pendiente, sí que solo permitía andar. Veía como se alejaban poco a poco los compis con los que había estado tantos minutos, comenzaban a acercarse otros por detrás que no había visto hasta ese momento, por lo que mi posición empezó a ser más rezagada. Estaba sufriendo, deseando que llegará al fin la bajada, que siempre he pensado que era mi punto fuerte. Debieron de ser unos 500 metros de mucha dureza e intensos. Y llegamos al punto de control, donde tardé 53’34’’, en esos momentos iba en 13ª posición, pero muy cerca de tres corredores.

Comienza la bajada, un corredor del Tierra Trágame baja de forma endemoniada, así que limito a intentar seguirlo porque ha llegado el momento de correr. Estamos en pleno puerto de Navacerrada,  tras una bajada vertiginosa, salimos a la carretera por donde he ido tantas veces corriendo con Nua e Indae, en este tramo me limito a reducir distancias con los corredores de delante. Cogemos la M-601, donde me ocurre algo curioso al salir del avituallamiento (el agua durante unos 3kms fue dando guerra, no me sentó muy allá) me encontré con Francisco Torres que me animo desde su bici de carretera. Giramos hacía la estación bajando por unos escalones enlanzando con el camino que habíamos traído. Sigue subiendo un montón de gente, lo que más me sorprendió no es el hecho de que me dejarán paso, más le valía porque podía haber una desgracia, es que casi la mayoría te animaba o aplaudía. Fueron unos minutos muy emocionates por el griterío y el apoyo que recibí de muchos amigos, pero aún así el corredor del Tierra y Trágame se me iba yendo, pero a la vez me iba acercando a otro corredor, y por detrás venía otro peligrosamente.

La bajada estaba siendo muy positiva porque ya había adelantado a varios corredores, debía marchar en en el top-ten, pero perdí la cuenta de las posición en la que marchaba, ya tenía bastante con saber por donde iba pisando. Solo intentaba perder el menor tiempo posible con los dos corredores que me habían pasado raudo y veloces. La pendiente cada vez iba siendo menos acusada, por lo que se hacía más fácil la bajada, y supongo que más favorable para mis características, empezamos a ir por los tramos del canicross de Cercedilla, pero el mejor momento fue al pasar un río, transitamos por una pista ancha con ligera pendiente donde puedo ver a un corredor que va a un ritmo muy inferior, también al corredor del Tierra y Trágame que llevaba toda la bajada detrás de él. En poco tiempo alcanzo al corredor que va a un ritmo inferior, va con bastantes problemas físicos, pero por la forma de actuar sé que va a llegar a meta sin problemas. Ya deben de quedar unos 3 kilómetros para la meta, me estoy acercando al corredor que va delante, al acercarnos a un pilón, se detiene a refrescarse con una sonrisa de oreja a oreja, le doy ánimos-saludos.
Ya estamos cerca, pero las piernas están muy tocadas y doloridas por el esfuerzo. Sigo en mi empeño, sin distraerme mucho; además muy concentrado para no despistarme con la señalización. Hay un montón de vacas, reconozco ese tramo por el canicross, aquí me entró flato aquel día, tuve que bajar el ritmo. Hoy puedo ir más deprisa, pero a tan poca distancia ya no hay ningún objetivo cerca por lo que voy disfrutando del momento y del entorno. Que buenas sensaciones, lo he pasado en grande. Poco a poco nos acercamos al último paso del río, que debe estar a unos 600 metros de meta (se puede ir por una especie de pasarela, pero atravieso por el agua, como debe ser. Recibo ánimos de un compi de carreras, me da muchos ánimos eso me hace mirar el reloj, echo cuentas y sprinté en la parte final para bajar holgadamente de la 1h30’.

Terminé muy satisfecho de la prueba por la tranquilidad con la que la afronté y sobre todo por haber sido capaz de esperar al tramo final para poder darlo todo, siendo consciente de que se haría duro. Y estas buenas sensaciones me han llevado a querer participar en más pruebas de montaña, que gran noticia! Os dejo los RESULTADOS.

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